La primera vez que Lucy Van Pelt conoció a Charles Branaski, sostenía una pelota de fútbol. No le importaba para nada el juego, el béisbol era lo suyo. Sin embargo, ella le tendió el viejo balón.
“Sólo patea la maldita cosa”, dijo.
“Escucha, nena. Tú sostén firmemente esa cosa y voy a patear la mierda de ella”.
Fragmentos de la obra de Bukowski insertados en la famosa caricatura, muestran dos mundos que se contraponen. Niños de ocho años hablando de sexo, mujeres, guerra y de “los viejos tiempos”. El campo de futbol se llena de whisky y cerveza, mientras la apatía infantil se vuelve la resignación adulta a dejar de intentarlo y se muestra a la gran calabaza como la religión y a sus seguidores como molestos fanáticos.
“¿Qué quieres decir?”
“Bueno, siempre es lo mismo contigo. Intentas volar tu cometa, juegas béisbol, bebes toda la noche y eres apático en todo”.
Lo pensé y tomé otro trago. “Supongo que alguien tiene que estar mal en todo. Si no, no se obtendría perspectiva”.
Schroeder se rió y tomó de la botella. “Supongo que tienes razón. Supongo que te necesitamos, después de todo”.
“No vamos a tener ocho años para siempre, ya sabes. Por Dios, estos son los mejores años que tenemos “.
Fuimos a beber, celebrando el día. Dentro de un rato me gustaría salir de nuevo, tratar de volar ese cometa. Tratar de golpear al otro equipo. Sólo seguir intentando, eso es todo lo que puedo hacer.
Fuente: CulturaColectiva